jueves , 28 marzo 2024
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Miroslava Breach en La Paz, testimonio de Gerardo Albarrán de Alba


Por Gerardo Albarrán de Alba

Conocí a Miroslava Breach en la primavera de 1988. Ella, recién egresada de Ciencias Políticas en la Universidad Autónoma de Baja California Sur; yo recién llegado a La Paz –el invierno anterior– en busca de instalarme en la promesa de tal nombre. Miros hacía ronda con su excompañero universitario y colega reportero Alfonso Gabito, ambos en el semanario Concepto. Se juntaban con Juan Plata, corresponsal de El Sol de México, y con un columnista que le dio nombre al grupo (“Los siniestros”), a quien todos llamábamos La Zorra. 

Miros, Gabito y Juan eran lo mejor que había entre los reporteros locales (La Zorra se cocía aparte) y muy pronto me convertí el el quinto “siniestro”, como gustaban llamarnos los colegas más viejos que nunca atinaron a descifrar los cánones del grupo.

Ella compartía su casa con una prima que estudiaba Ciencias del Mar. Era amiga de quienes habían sido sus profesores en la UABCS (incluyendo al hermano del

Subcomandante Marcos). Gustaba de reuniones con buena música y mejor charla. También compartí su grupo de amigos.

Tan idealista como pragmática, conciliaba lo imposible con enorme gracia. 

Menuda. Los hombros anchos y el cuello corto la hacían parecer más pequeña de lo que en realidad era. Lo compensaba con un carácter fuerte que no transigía ante la estupidez. El mayor contraste lo marcaban su sonrisa franca y su mirada pícara.

Le fascinaba la política. Le gustaba tanto que a veces la hacía. Fue jefa de prensa municipal.

Durante casi cuatro años compartí con Miroslava cualquier cantidad de coberturas y viajes por todo el estado y un par de veces al entonces todavía DF. Me la llevé como subdirectora a La Opinión de Los Cabos con la clara consigna de hacer un buen peródico de un pasquín. Antes de irme de La Paz, en 1991, le dejé la dirección del semanario.
Luego ella volvió a su tierra.

En 1997, una funcionaria de La Jornada, Lourdes Galaz, me pidió que le recomendara a periodistas de los estados para algunas corresponsalías que tenían abiertas. Para Chihuahua no lo dudé un instante. Miroslava Breach era la opción. Se ganó el puesto de inmediato.

La última vez que la vi fue en Chihuahua, cuando participé en la VII Bienal Iberoamericana de Comunicación, en septiembre de 2009. Nos reunimos una tarde Miros, mi esposa y yo en un restaurante muy agradable que por supuesto ella eligió. Nos pusimos al tanto de las últimas noticias de vida y me contó sus planes, más allá del periodismo. Alegre y platicadora, como siempre la recordaré, sólo se ensombreció al describir la violencia en que estaba sumido el estado. Desgranó media docena de anécdotas espeluznantes que ahí eran la cotidianidad.

En la terraza había una hermosa tarde otoñal.

–Cuídate mucho –le dije al despedirme con un beso. El último.


 

* Texto publicado en el muro personal de Gerardo Albarrán de Alba en Facebook y reproducido aquí con su autorización. Agradecemos su permiso.

Gerardo Albarrán de Alba es periodista. Creador de . Miembro del consejo directivo de la Organization of News Ombudsmen. Fue el primer Ombudsman de la radio comercial en México.

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