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Precursores de la investigación: Jose Pérez-Espino

José Pérez-Espino es uno de los “pioneros” de las Unidades de Investigación, cuando acaso todavía no se hablaba del periodismo de investigación como tal. Sobresale su reportaje especial, sobre los homicidios de mujeres en 1996, donde se revela por vez primera la conexión de una serie de crímenes cometidos en 1993 con los de 1995 y 1996, los cuales permanecían en el olvido. El siguiente es un capítulo de “El periodismo de investigación en Chihuahua”.

Por Leoncio Acuña Herrera

José Pérez-Espino nació en Ciudad Delicias, Chihuahua, en 1969. Fue articulista de El Fronterizo de 1987 a 1989 y  reportero de las Unidades de Investigación de El Universal de Ciudad Juárez (1989), de Norte de Ciudad Juárez de 1990 a 1992 y de Diario de Juárez de 1994 a 1997. Además fue reportero, jefe de Información y editor de Semanario del Meridiano 107 (1992-1994) así como autor de la columna “Almargen”, de Diario de Juárez de 1994 a 1997.

También ha incursionado en la literatura, como poeta y ensayista: autor del poemario de Neoberlín (1999, Ediciones del Azar); mención Honorífica del Premio Nacional de Testimonio INBA-Gobierno del Estado, con el libro Crónica de una alternativa (sobre las elecciones de 1992 en Chihuahua) en 1994;  mención Honorífica del Premio Chihuahua de Literatura en 1994; mención Honorífica del Premio Chihuahua de Literatura, con el libro de ensayos La práctica de la poesía en Chihuahua en 1996; y, coordinador de la revista de literatura Al margen, Alternativa de Comunicación (1990-1991).

Entre sus trabajos de periodismo de investigación que más han trascendido figura “La nueva elite al poder”, publicado a doble plana en 1996 en Diario de Juárez y en donde, en pleno aniversario del fraude del 86, documentó que los beneficiarios de  la lucha electoral de los ochenta fueron unas cuantas familias de millonarios que sustituyeron a las antiguas cúpulas del poder político.

Destaca también “Los mitos de la sequía” en donde documentó que este problema pudo ser previsto por autoridades y agricultores pero que no existía siquiera un plan de distribución del agua en los distritos de riego, que son la base de la agricultura en la entidad, además de ser explotados irracionalmente.

En ese reportaje evidenció cómo en realidad el Tratado Internacional de Límites y Aguas beneficia más al país que perjudicarlo puesto que gracias a ese acuerdo se concede agua al Valle de Juárez y al Valle de Mexicali, que no tienen cuencas propias.

Otro reportaje que causó revuelo en el sexenio anterior, a grado tal que el entonces gobernador Francisco Barrio y el propietario de El Diario, Osvaldo Rodríguez, se enfrascaron en una guerra epistolar y pública, fue el de  Salvárcar.

Pérez-Espino documentó que un grupo de empresarios se benefició adquiriendo predios del Gobierno del Estado en la zona de más alto desarrollo de Ciudad Juárez. Los empresarios recibieron del fideicomiso que administra la zona, ocho mil 500 millones de pesos viejos para crear el Grupo Progreso con el fin de desarrollar proyectos de infraestructura de la ciudad, duplicando así las funciones del gobierno municipal.

Sobresale su reportaje especial, en Diario de Juárez, sobre los crímenes de mujeres en 1996, donde se revela por vez primera la conexión de una serie de crímenes cometidos en 1993 con los de 1995 y 1996 y que  permanecían en el olvido porque nunca fueron investigados por las autoridades.

A raíz de ese trabajo cambió el rumbo de las investigaciones oficiales.

José Pérez-Espino es uno de los “pioneros” de las Unidades de Investigación, o cuerpos especializados de reporteros, cuando acaso todavía no se hablaba del periodismo de investigación como tal.

¿Consideras que existe periodismo de investigación en Chihuahua y cuál es su grado de desarrollo con respecto a otras partes del país?
—Sí existe, aunque todavía es muy incipiente. De hecho, en Ciudad Juárez se han dado un par de experiencias interesantes: en Norte de Ciudad Juárez, que a su fundación en mayo de 1990 ya contaba con una Unidad de Investigación, en el que participábamos Adriana Candia, Rodrigo Ibarra, Vicente Jaime (el director), Horacio Carrasco (Jefe de Información), y un servidor.

Pepe, como le dicen sus amigos, comenta que en esa primera unidad se realizaron trabajos interesantes “como el descubrimiento del espionaje telefónico por la PJE y su base, además de las redes del cacicazgo priista y el control ejercido a través de un proyecto político de colonización del suroriente del a ciudad, a través de la invasión de tierras para el control clientelar de votos”. Luis Silva, por su parte, documentó en 1992 los gastos de campaña del PRI que ascendían, creo, a más de 20 millones de dólares.

Relata que también Diario de Juárez, en 1991 se dieron los principios de una Unidad de Investigación, que formalmente vino a crearse con mayor seriedad entre 1993 y 1994. “En ella participábamos Ignacio Alvarado, Ángel Otero, Gamaliel Linares y un servidor. Por ejemplo, Ignacio investigó a fondo e identificó a los posibles autores de los levantones de personas en Ciudad Juárez, en 1996”.

En ambos casos —explica—, el objetivo era realizar trabajos de investigación documental y de campo sobre temas específicos, aunque a veces no había una planeación de fondo.

“En este momento, parece que no se realizan trabajos de investigación, aunque se publican reportajes de esa naturaleza. Ello, porque no se percibe en su lectura el descubrimiento de hechos o datos relevantes, aunque existen excepciones, como el caso del reportaje sobre los veracruzanos en Norte”.

¿Qué pesa más para que no se haga más periodismo de investigación: factores externos al reportero o sus propias condiciones? 

—La tarea del reportero es fundamentalmente investigar hechos de interés público: Por  lo tanto considero que la escasez del periodismo de investigación se debe en primer lugar a la falta de iniciativa del reportero, no a la falta de tiempo ni de capacitación.

Reconoce que aunque la capacitación y la disponibilidad del tiempo son  importantes, más lo es aún la iniciativa personal: “uno puede ir acumulando datos sobre un caso, seguir pistas, sin que necesariamente deba estar dedicado de tiempo completo a ese tema y, sobre la marcha, preguntando, consultar sobre las dudas surgidas, de tratarse de un tema especializado…”

¿Pero qué dices de los intereses ajenos al propio reportero?

—Ciertamente persisten los compromisos tácitos y explícitos, comerciales y políticos de los empresarios. Sin embargo éste no es un buen pretexto para dejar de ejercer un periodismo de investigación, puesto que ese posible obstáculo puede ser bien sorteado por la creatividad del reportero y la consistencia de la información.

En cuanto al factor de las mesas de redacción acepta que, desde su propia experiencia, pese a los frecuentes intentos, no ha sido constante la planeación.

Lo ideal sería, agrega, que hubiera especialización de los periodistas en los propios medios: en temas políticos, económicos, de gobierno, cultura, migración, etc.

¿Recuerdas algún obstáculo o presión para el desarrollo de tus trabajos?

—Recuerdo ahora cuando en Norte, el entonces director en 1990 sugirió que ya no investigara sobre la venta ilegal del Pronaf, aunque se tenían las pruebas suficientes. “Él decía que ya estaba agotado el tema, pero unos meses después, la venta debió ser cancelada gracias a la presión social”.

¿Consideras que el periodismo de investigación contribuye a mejorar situaciones concretas de la sociedad?

—Sí, porque si al ponerse al descubierto algún hecho ilícito por la autoridad o por algún actor social, sea empresario, terrateniente, cacique o la mafia, puede ayudarse no a crear conciencia, sino a equilibrar las relaciones entre el gobierno, la sociedad y estos actores sociales.

Agrega que el  interés por los reportajes no nace por la extensión de éstos, sino de los nuevos elementos de interés público que aporten al tema o al caso de que se trate y su forma de documentarlos para darles verosimilitud.

“Incluso, dar a conocer esos hechos puede ocasionar movilizaciones sociales, como ha ocurrido en ocasiones”.

Opina que mientras no se legisle para permitir el acceso a la información de interés público las condiciones serán adversas para el periodista,  “pero al mismo tiempo, el descubrimiento de hechos de interés público se vuelve más relevante”.

¿Cuáles son tus sugerencias para impulsar el periodismo de investigación en Chihuahua, qué pueden hacer los propios medios, el gobierno, la sociedad organizada o los propios reporteros? 

—La tarea la debemos empezar los reporteros, haciendo a un lado el desinterés, actualizándonos en materia teórica y tecnológica, para hacer un uso eficiente de las nuevas herramientas de investigación, como la internet y las bases de datos, además de ser unos lectores compulsivos de revistas, periódicos y libros. Todo eso se refleja en el trabajo escrito. No sobra asistir a cursos, diplomados y seminarios.

José Pérez-Espino dice que “también es necesario enfatizar en la necesidad de estudiar códigos éticos y deontológicos para su aplicación en las tareas de investigación, además de asumir personalmente principios fundamentales, como el de sustentar con fuentes las afirmaciones y denuncias formuladas, así la historia obtendrá un mayor respaldo entre los lectores y los diferentes sectores sociales”.


* Este capítulo forma parte de El periodismo de investigación en Chihuahua” (dar clic para ir al índice y al resto del libro). 


Leoncio Acuña Herrera estudió la licenciatura en Periodismo en la Universidad Autónoma de Chihuahua, ocupando el lugar número uno de la primera generación de egresados. Es uno de los periodistas más destacados de Chihuahua. Fue reportero de Norte de Ciudad Juárez, jefe de información de Norte de Chihuahua, jefe de información y articulista de El Heraldo de Chihuahua.

Fue jefe de Prensa del Gobierno del Estado de Chihuahua, durante la administración de Francisco Barrio (1992-1998) y jefe de Información del Canal del Congreso. Es coautor del poemario “Equidistantes”, publicado en Guadalajara en 1984.

El autor efectuó la presente investigación entre 1999 y 2000.

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