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Mario Almada: El Fiscal de Hierro canta

Con su hermano Fernando, encarnó a personajes que son legendarios en el cine de frontera y del narcotráfico, mucho antes de que ambos temas fueran una moda. Su trabajo suele ser subestimado, pero ha sido visto por millones y él es un verdadero ídolo popular. Lo dirigieron Felipe Cazals y Arturo Risptein. Su primer papel fue por accidente, en Todo por nada, considerada como una de las 20 mejores películas del cine mexicano y por el cual obtuvo una Diosa de Plata. Por primera vez en lustros, Mario Almada concede una entrevista. La periodista Gabriella Morales-Casas lo hace cantar: responde a sus críticos, habla de sus éxitos y del llamado nuevo cine mexicano, de sus récords y de la censura hacia filmes por temas religiosos, pero no por los que tocaban el narco.

Por Gabriella Morales-Casas

MUCHOS AÑOS ANTES que Steven Soderbergh se ganara una retahíla de Oscares por Traffic, que en Los tres entierros de Melquiades Estrada un mexicano fuera tiroteado en la frontera por un migra, y que los modernos cineastas y novelistas contaran las desventuras de los narcos y los mojados, a Mario y Fernando Almada ya los habían acribillado por transportar de la grande a El Paso, Texas. O habían ayudado a un salvadoreño tres veces mojado y vengado la memoria de una hija deshonrada, luchado por los oprimidos y perseguido a los asesinos en la sierra norteña.

Eran los héroes más populares del cine nacional, “pero nunca cobré como Mauricio Garcés”, confiesa la voz robusta del fiscal de hierro en vivo, del pistolero más famoso en persona, del desdichado Lino Quintana que “no sabe cantar” al sheriff y del vengador más implacable del chilli western.

“Yo no doy entrevistas”, dice Mario Almada, a sus 84 años. “Pero eso sí –aclara–, al público nunca le niego un autógrafo, a ellos lo que quieran”, dice en su casa de Cuernavaca, donde, tras lustros de no conceder entrevistas formalmente, nos recibe para conversar de sus batallas, las de balazos que había por verlo en pantalla, lo que piensa del nuevo cine mexicano y hasta de los verdaderos narcos.

¿Qué tienen las películas de los Almada que llenaban todas las salas?

En nuestro era cine popular. Hacíamos películas para las familias. Metíamos 10 mil gentes al Cine Mariscal en domingo. Batimos todos los récords, ganamos premios en Las Vegas y yo estoy en el Libro Guiness como el actor que más películas tiene encabezando repartos, tengo 45 años de estelar; es difícil que alguien lo tenga. También son películas muy populares en el Sur de los Estados Unidos; una vez estuvimos en el Astrodome de Houston con 60 mil almas y en el Million Dollarnos pusieron pantalla para exhibir Siete en la mira, que ha sido el gran trancazo de taquilla en el cine mexicano. Ahora hay salitas chicas y nunca llegarán a los boletos que nosotros vendimos, ni en lo que viene de la historia. Los temas que tocamos sí pesan: hay unas películas que hasta instructivo parecen sobre la cosa legal y los inmigrantes.

Ahora mismo el cine está retomando los géneros que ustedes hicieron populares, del narco y la frontera.

Pues sí, es lo que a la gente le gusta ver. El  camino es lo que hacíamos nosotros, la acción, la aventura, cosas que viera todo el mundo. La gente quiere ver cine mexicano, pero al de ahora no le entienden; meter porno no es el camino ni tampoco hacer películas que ven los intelectuales solamente, entre ellos. Y digo del cine que se hace en México. La gente sigue viendo Cuando los hijos se van, con Sara García y Fernando Soler, y a Pedro Infante cuando se le muere El Torito. No olvidan esas escenas. ¡Qué se van a acordar del cura éste! (El crimen del padre Amaro). Las ven una vez y no las vuelven a ver.

¿Por qué trabaja entonces con directores del nuevo cine como Juan Antonio De la Riva y Patricia Riggen (ganadora del Student’s Academy Awards y Sundance Festival)?

Porque esos si son buenos proyectos, son buenas historias. Al El gavilán de la sierra no sé qué le pasó, le faltó publicidad, yo creo. Le dije a De la Riva: “Ponme en un cartel aparte, que se vea mi cara o pon Mario Almada arriba, te aseguro que se vende más”. En la de Patty, (Boy Immigrant) ella me vino a buscar a mi casa a platicarme la película y le dije que sí; es una muchacha  con mucha sensibilidad y muy cuidadosa.

Háblennos precisamente de su papel en Boy Immigrant, que acaba de filmar.

Es una historia blanca sobre un niño que emigra a Estados Unidos en busca de su madre (Kate del Castillo) porque se le muere la abuela aquí, y mi personaje es su padrino, así que cuando se va, lo busco y trato de ayudarlo. No trabajé con apuntador porque no oigo bien, pero me leyeron mis diálogos, me los aprendí y los dije mejor que antes, la memoria no me ha fallado.

Hablemos de la memoria. ¿Por qué se metieron Usted y Fernando al mundo del cine?

La primera vez que nos acercamos fue en Madre querida (1935) que la dirigía Juan Orol. Estábamos en la primaria Benito Juárez y pidieron a unos niños y nos escogieron. Yo soy el que se pone de rodillas como burrito. Ya de jóvenes, Fernando siempre tuvo esa cosa metida. Como canta bien, ganó un concurso de aficionados y de ahí se metió al cine con un amigo suyo. Yo ni sabía qué era eso. Yo era agricultor. Estudié hasta la secundaria porque no me hicieron válido un año y lo dejé, entonces me regresé a Huatabampo y allá sembré chícharo y trigo y jalé mulas por 30 años. Ahí oía muchas historias de los campesinos, de Don Doroteo, que era el mayordomo de mi abuela. De ésas pláticas sacamos Todo por nada (1969) que está considerada una de las 20 mejores películas del Cine Nacional (una placa lo hace constar en la Cineteca Nacional).

¿Y cómo fue que llegó a ser productor de su hermano en sus primeras películas?

En 1960 mi papá me dijo que me viniera a trabajar al Cabaret Señorial, que él tenía en la calle de Hamburgo, y que por cierto trajo a Nat King Cole, Sammy Davis Jr., Copacabana de Brasil y los mejores espectáculos del mundo, pero un mal día se acabó el negocio y cuando me iba a regresar a Huatabampo, Fernando me dijo “No te vayas. Mira, vamos a hacer una película que se llama Nido de águilas (1965), ¿por qué no te metes a la producción? Luego hicimos Los jinetes de la bruja (1966).

¿Es verdad que ahí actuó por accidente?

Sí, porque Bruno Rey tenía un papel, pero se lesionó en el caballo, entonces me dijeron que le entrara porque yo sabía montar muy bien y usar el chicote, tumbaba 36 botellas de un tirón… aprendí muchas cosas en el campo que me sirvieron en las películas. Ya cuando estábamos empezando Todo por nada, David Reynoso y Eric del Castillo no quisieron el papel, entonces Fernando me dijo “pues tu Mario, ya hiciste la pasada, órale, yo te dirijo”. Me decían que pasaba bien mi voz y que me veía bien, y pues entré, y me gané la Diosa de Plata como “Revelación del Año”, y ya no paré porque la verdad sí me gustó. Luego con Tunco Maclovio (1970) me gané otra Diosa de Plata.

¿A quién se le ocurrió que los hermanos fueran pareja?

Al éxito que tuvimos en Todo por nada. Yo siempre defendí a la pareja y les decía a los productores “júntennos y va a ser mejor”. Entonces nosotros empezamos a producir muchas películas que tuvieron mucho éxito ya como Producciones Almada”.

¿Y de dónde surgió la idea del cine del Oeste o chilli western?

De nosotros. Porque nos gustaba. Sabíamos montar muy bien, agarrar bien las pistolas, el rifle y el chicote. Además Fernando estudio karate y lo aplicaba muy bien. Éramos hombres de acción y al público le encantaba.

¿Tenían influjos del cine western de John Ford o el spaghetti western de Sergio Leone? Incluso se ha dicho que era muy clara la influencia de los filmes de acción de Charles Bronson.

Pues no. Fíjate que nunca nos fijamos en eso. A nosotros se nos ocurrió hacer westerns porque nos gustaba. Todo por Nada es historia de Fernando y mía, y los westerns que hicimos después, también. No imitábamos a nadie. Y del cine de frontera, fueron los Galindo. Ellos empezaron con la época de narcos y de mojados, y como salían muy  bien, las hacíamos otra vez. Yo cuando menos intervine en los argumentos, porque había muchos que no tenían nada y yo me iba una semana con los Galindo y les arreglaba; a Gatilleros del Río Bravo (1984) le metí mucho.

Casi siempre fue autoridad, pero también le tocó ser villano, ¿le gustaba el antagonismo?

Fui villano en El Arracadas (1977) con Vicente Fernández y en El Valle de los Miserables (1975, enviada al Oscar para mejor película extranjera, de René Cardona) fui un villanazo de primera, de ésos me habría gustado hacer más; a este lo respeto porque muere peleando, defendiendo a su familia y luchando por su hacienda. En La isla de los hombres solos (1974) ya fui un villano más cochinote: al protagonista le violo a la novia y le hago un hijo. Una tragedia. La hizo René Cardona también. Y en Emilio Varela vs. Camelia la Tejana, fui el traicionero de Emilio. Me gustaban mucho mis villanos, nomás que no fueran cobardes.

Trabajó con directores disímiles en estilo y géneros.  ¿Qué parámetros tenía para elegir?

Yo trabajé muy a gusto con todos, pero en especial con Beto Mariscal, con los Galindo y con Alfredo Gurrola, que era muy buen director. No es por presumir, pero con las películas que hicieron de los mismos temas con otros actores, no pasaba nada (risas) y las secuelas yo ya no las quise hacer; también hubo un momento en el que yo mismo dije “ya está bueno de tanto narcotráfico, hay que darle una vuelta a esto”. El que me hablaba para reforzarlo era Valentín Trujillo, me dirigió en Un hombre violento (1986). En Aquellos años (1973) de Felipe Cazals fui Mariano Escobedo, porque yo tenía ganas de hacer una cosa histórica; ya había trabajado con Tony Aguilar en Emiliano Zapata (1970), también de Cazals, hice a Eufemio Zapata y lo tomé porque quería hacer un personaje fuerte.

Los Almada son referencia obligada en  narco-cine  y el cine de frontera. ¿Está de acuerdo con esa percepción?

Estoy consciente de eso, pero si quiero aclarar algo: mucha gente dice que promovíamos la violencia y no es así; al contrario, nosotros éramos vengadores, parábamos la violencia porque éramos autoridades. En El fiscal de hierro sobrevivimos a Lucha Villa como cien veces. Pero nosotros éramos la autoridad, además las películas eran para todo público, incluso éstas.

Ustedes trataban temas muy delicados en muchas de sus películas, en El fiscal de hierro 2  uno de los personajes es el asesino material del periodista Manuel Buendía, en sexenios de censura.

En esa película en lo particular no nos censuraron ni se dijo nada después, pero en La viuda negra (1977) sí, por la cosa religiosa y pornográfica (una película de Arturo Ripstein donde Almada era un párroco que sostenía relaciones con una feligresa, nada menos que Isela Vega). Dicen que fue muy buena pero la verdad fue una mancha en mi carrera, primero porque soy católico y segundo porque no era mi línea, lo hice para ver qué pasaba, y ya hasta  me andaba ganando el Ariel. En ésa sí nos censuraban, pero los temas de narcos no.

Han pasado veinte años de esas cintas pero, ¿cree Usted que la realidad ya sobrepasó ésa ficción?

Yo creo que sí. El peligro, la corrupción, la inseguridad y todo eso es más grave que antes. En mi opinión, mientras no haya pena de muerte, no va a haber remedio, porque muerto el perro, se acabó la rabia. A mi, delincuente, no me da miedo irme a la cárcel a engordar, a comer de gorra, a hacer ejercicio y a seguir haciendo transas desde ahí; pero si saben que los van a matar, ya cambia totalmente la perspectiva. La cadena perpetua no sirve porque siempre los sueltan por buen comportamiento o por dinero. Salió Goyo Cárdenas que tenía cadena.

¿Cree que exista en las entrañas de la autoridad mexicana, un fiscal de hierro, así de honesto y comprometido, como su personaje?

Ojalá y haya un Fiscal de hierro por ahí que apacigüe a todo esto. Pero lo veo difícil. Yo creo que sí es cierto eso de que el narcotráfico controla al país; están muy bien organizados, mejor que la justicia. Yo espero que tenga remedio, se podría con mucha autoridad. Pero creo que peor que el narco, es un secuestrador. Es en lo que se debe de trabajar más.

Muchos periodistas y gente del cine,  han criticado mucho sus temáticas, y sus filmes, que si estaban mal hechos o que no eran profundos ¿Qué tiene usted qué decir a eso?

Siempre va a haber gente que quiere ser director, o que quiere ser actor y que nunca está conforme con lo que ve. Una gente que critica porque sí es un frustrado. Si tengo la popularidad que tengo, si metí tanta gente al cine y si vendí tantas películas, ¿tú crees que sea porque soy mal actor o mis películas son malas? ¿Por qué me quiere la gente? A donde quiera que vaya la gente me saluda.

¿Por qué cambió hacia el videohome?

Pues no queda de otra, pero el negocio lo está acabando la piratería. Nosotros dejamos el cine porque se acabó, yo se lo echó a la pornografía que se vino encima como las ficheras. Y cuidado, porque lo mismo puede pasar ahora, con esas de Y tu mamá también, creen que el porno es el camino, pero es mentira.

¿Qué habrían hecho los Almada con los dos millones que ahora se dan para películas mexicanas?

Hubiéramos hecho una súper producción, una cosa grande. Entonces había el Banco Cinematográfico, que habilitaba una parte, Producciones Almada sólo un 20 o 30 por ciento. Ahora ya no hay recursos porque ningún productor se arriesga a hacer una película sabiendo que no se la van a exhibir. Mi hijo Marcos Almada es ahora el que tiene la oportunidad de hacerlo. Tiene una película que se llama El último guerrero, una historia de los yaquis, muy bien hecha para 35 milímetros.

Ya que toca a la familia, no me imagino de niño al temerario Mario Almada.

Ja, ja. Era juguetón y muy deportista. Me gusta mucho el futbol, pero Sonora es tierra beisbolera y fui pitcher invicto en el equipo de Huatabampo en 1947. También participé en varios campeonatos de atletismo y en una Olimpiada de atletismo en Sonora. Somos seis hermanos: Ricardo (Calicho), luego yo, Horacio, Lily (q.e.p.d), Georgina y Fernando. Yo nací en el DF, pero me registraron en Huatabampo, Sonora, bien rorrito, así que yo me considero de allá; Fernando ya nació en México, en la calle de Coahuila, cuando yo tenía ocho años. Es el chico pero es bien enojón, ya se ve más viejo que yo (risas).

¿Por qué continúa Usted trabajando?

Porque no quiero estar inactivo y tirado en una cama viendo televisión. Yo voy a morir trabajando. Gracias a Dios estoy muy fuerte; medio ciego y sordo, pero sigo siendo Mario Almada.

El top ten de Mario Almada

Mario Almada protagonizó más de 300 películas (la mitad en 35 mm. y el resto de videohome). Las siguientes 10 son sus favoritas.

Todo por nada (1969)

Por eso (1972)

El Valle de los miserables (1975)

La banda del carro rojo (1978)

Gatilleros del Río Bravo (1984)

Siete en la mira (1984)

Pistoleros famosos (1981)

Cazador de asesinos (1983)

El fiscal de hierro (1988)

El fiscal de hierro (1988)

Cabalgando con la muerte (1989)

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Contexto: Mario Almada, héroe del cine mexicano

Contexto: Fernando Almada y la elite del cine

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(Entrevista publicada en la revista
dominical Día Siete en agosto de 2006).

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