viernes , 29 marzo 2024
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Las muertas de Juárez, de Víctor Ronquillo: el morbo de la razón cínica


La muertas de Juárez (Editorial Planeta, 1999), de Víctor Ronquillo, “es un buen ejemplo del periodismo snuff o la pornoviolencia descriptiva”, escribe el autor de la crítica. Ronquillo “omite nombres, apellidos, se equivoca en las cifras, los datos, las fechas”. Y “ha mentido a la prensa: no ha estado en Ciudad Juárez por espacio de cinco años, no ha entrevistado a 187 familiares de las desaparecidas, no le dio crédito a muchos de los reportajes tomados de Diario-Internet. Y sí se basó casi exclusivamente en un informe oficial”.


Por José Manuel García-García

La portada no esconde el cobre: “crónica de una larga pesadilla”;  efectivamente, son 189 páginas basadas en el pésimo reporte oficial Homicidios en perjuicio de mujeres que han causado indignación en los diferentes niveles sociales de la comunidad 1993-1998; también uso una docena de notas periodísticas del Diario de Ciudad Juárez (del Norte no porque no tiene servicios de Internet).

Del Diario-Internet tomó las notas de los reporteros Martín Orquiz, Sergio Melgar y a otros que no mencionó. Además realizó algunas entrevistas por teléfono y personales a la señora Esther Chávez (que le dedica sólo 4 páginas). La señora Irma Pérez Franco (con 4 páginas, más o menos. La señora Pérez ha dicho en varias ocasiones que tal entrevista no se realizó). La sicoanalista y amiga del autor, Aurora Mortera (más o menos 3 páginas), la activista por los derechos humanos, Judith Galarza (un par de páginas), el activista paseño contra los secuestros oficiales, el señor Saúl Sánchez Jr. (entrevista que no tiene nada que ver con “las muertas de Ciudad Juárez”). También, dice Ronquillo que entrevistó a jóvenes familiares de las desaparecidas, a un par de médicos forenses, y a un sicólogo juarense.

Las principales entrevistas fueron: 2 con Sharif (que le dedica dos capítulos completos, 26 páginas. Y la entrevista al Diablo de los Rebeldes (a éste le da todo el capítulo V; 23 páginas, además de fragmentos de otros capítulos). La captura, el proceso y las confesiones de los Ruteros los toma del Diario-Intenet (a los Ruteros les da el capítulo XI; 16 páginas. Ronquillo incluye la declaración-Snuff del Gaspy (páginas 169-172), se trata de los detalles de la violación tumultuaria y el asesinato de María Eugenia Mendoza Arias, 4 de octubre, 1998.  Ronquillo incluye breves narraciones Snuff de su propia consecha y algunas reflexiones muy filosóficas acerca del Mal, el Bien y el Placer.

El libro consta de 12 capítulos sin notas bibliográficas. Los tres primeros capítulos son las transcripciones policiacas de las mujeres asesinadas. Aquí y allá mete algunas entrevistas y cuentos hipercortos. El capítulo cuatro está dedicado al Egipcio Sharif. El quinto a Los Rebeldes. El sexto a Los Rebeldes y a la Cabaña donde estaba la “Tabla del Mal” (una increíble historia que se inventa Ronquillo para darle suspenso a su libro). Estos dos últimos capítulos son los más cargados con descripciones y narraciones Snuff. El capítulo siete (uno de los más largos) lo dedica de nuevo a las descripciones de las mujeres asesinadas. El capítulo ocho está dedicado a la historia [mal documentada, por cierto] de las jerarquías narcas en Ciudad Juárez. Es un capítulo totalmente innecesario, incompleto y apresurado. Sigue el capitulo nueve, es el fallido intento de filosofar en torno al perfil sicológico “del asesino”. El capítulo diez, dedicado (otra vez) a Sharif. El capítulo once, vuelve a las narraciones Snuff; ahora los protagonistas son Los Ruteros. El capítulo once es la conclusión con una posdata escrita en desangelado tono poético que insisite en los fracasos psicofilosóficos de los capítulos nueve y once. VR concluye que Ciudad Juárez es la “estación del infierno” (189).

Las muertas de Juárez es un buen ejemplo del periodismo Snuff o la pornoviolencia descriptiva. Ronquillo mismo define el Snuff-ismo: son los “sórdidos videos Snuff: Cuerpos torturados, violados, cercenados, sesiones grabadas de sexo y dolor que culminan con la muerte.” (180). Y él esnuffea en las páginas 184-185, donde describe una larga (e innecesaria) sesión de torturas: “El hombre está encima de ella y muerde con fuerza el seno que antes chupaba. Sangra. Vuelve a morder. El tipo le levanta las piernas, la penetra con algo. Siente la sangre que escurre por [… etcétera, y que baste de ejemplo para ilustrar el gusto snuffi]. Ronquillo no es un profiler que se mete en el cerebro del asesino-en-serie, es un reportero que busca descripciones vendibles, escandalosas, tipo Alerta: violola, cercenola, matola… El reporte Snuff es descriptivo, visual; en él se destaca el morbo, entendido aquí como el gusto porno-asesino. Es sobre todo, el estilo nota-roja acelerado en imágenes de video necro-sádico obsesivo: “no puedo olvidar esa imagen, la he visto muchas veces, aparece una y otra vez en largas noches de insomnio” (184). Ronquillo se refiere a un video que él mira una y otra vez, se trata de una muerta que están desenterrando: “podía adivinarse la herida en el pecho, las huellas del estrangulamiento en el cuello […] el asesino pudo estar ahí y presenciar la escena, quizá logró hacer una copia de ese video y lo ha visto tantas veces como yo” (186). Video-adicto, memorioso voyerista, archivista de mujeres mutiladas: el título de su libro.

Paradójicamente, para el Narrador de Las muertas, Ciudad Juárez es la Ciudad del Mal. Hundida en el vicio, la prostitución, la corrupción, etc. El callejón Carreño es la “zona brava, donde abundan los bares y antros, donde la noche de la frontera dura 24 horas por día (sic)” (18). “La noche en el corazón de Juárez tienen mucho de perverso, en las calles del centro puede encontrarse de todo. Caminar por ahí, mirar mujeres y escuchar llamadas al placer de paga, toparse con la turbia mirada de los hombres, todo es parte de una pesadilla iluminada con los brillantes neónes y los antros. En Ugarte y Avenida Juárez, el Diablo se aparece vestido de chero: sombrero, botas, pantalones de mezclilla y vistosa camisa” (55). Bienvenidos a ciudad Gótica: “hay más de cinco mil picaderos”, cada mes “mueren 10 personas por sobredosis”, hay “quinientas pandillas que imponen su ley en las calles de Ciudad Juárez” (ese es el tono general del capítulo 8 y de las narrativas chilangocentristas antijuarenses).

Aunque también VR es bueno para perder piezas de suspenso narrativo. Por ejemplo,  el caso del cadáver con el diente de platino con una R grabada. A principios pareciera ser una buena pieza de suspenso (página 13), pero seis páginas adelante, se menciona que el “luminoso detalle de la sonrisa” de la calavera, sirvió “sólo” para identificar a Raquel Lechuga. En las conclusiones, vuelve a mencionar el diente de platino, para decir tranquilamente, que hay un Asesino que mata mujeres con este tipo de decoración dental. Un segundo ejemplo de la falta de destreza en el manejo de suspenso, es el caso del apócrifo Diario del Richie, publicado el Diario-Internet a principios de 1996. En el Diario del Richie se describían con letra de molde “actos de extrema violencia crímenes donde jóvenes mujeres eran sacrificadas” (20). En la página 49 retoma ese elemento de suspenso y dice Ronquillo que dice Sharif que el Richie es Alejandro Máynez. Hasta la página 141, VR retoma al “Richie” y transcribe una carta que publicó en el Diario. La supuesta carta está fechada el “miércoles 23 de julio de 1997”. Humor involuntario: el “Richie” todo lo escribe con B de burro, excepto “vravo” y “violada: “No juegues como jugaron todas las del lote vravo no quiero que abras la boca para nada. Si no de lo contrario seras violada por barios hombres de Sinaloa que me biene a ber I se ban a dibertir contigo en la cama…”  Esta carta desmitifica el suspenso que fue creando Ronquillo. Todo acaba en una broma anónima. ¿Qué analfabeta funcional desconoce la Y griega?

Otro elemento de suspenso que se le desvanece a VR es el caso de la Cabaña Abandonada de Lomas de Poleo (páginas 79, 80-81). Esta Cabaña fue “encontrada” por los familiares de una de las desaparecidas.  Allí “encontraron restos de cuero cabelludo, rastros de sangre, casquillos de bala y una tabla de metro y medio de altura, pintado con extraños dibujos” (79), “tras esos muros [concluyó VR] los Rebeldes torturaban y violaban a sus víctimas” (80).  VR decide explotar un poco más ese elemento de suspenso; la cabaña estaba “sólidamente construida, techo de dos aguas, un par de ventanas”. Pero agregra sorpresivamente: “de la Cabaña no queda nada…” (81). Excepto un cuento Snuff  en la página 184.

Y el último ejemplo del suspenso fallido, ocurre con el caso de la Tabla. Cuando VR habla de la Tabla, lo hace con ánimo filosófico, poético y sicológico, la Tabla es la escritura del Mal: “estaban dibujadas 10 mujeres desnudas y numeradas. Una de ellas estaba dibujada exactamente como se encontró a una de las asesinadas. La Tabla [continúa la supuesta informante, Maricela Balderas], estaba manchada de sangre y cera…” (81). Pero la Tabla, como la Cabaña, ha desaparecido. Afortunadamente, Moisés Ronquillo rescató una meditación sicolofilosófica: “se trata de un acto de Magia Sucia”,  “el placer de atraparlas en el dibujo, de dominarlas desde aquí y ahora cala hondo, provoca sudores, una intensa alegría [a Victor Ronquillo]. Ese placer calienta el alma y el cuerpo. A este Placer, el de los otros, el de los que se atreven a ir lejos, hay que devorarlo y luego del éxtasis recordarlohablar de élescribir sobre éldormirse con élsoñarlo una y otra vez” (por favor, freudianos, lean con cuidado la página 82).  El suspenso acaba en autoconfesión delirante: el orgasmo sicológico ante la enumeración de las muertas. Las Muertas.

Además de identificarla (e identificarse) con el Mal, la Tabla le sirve a Ronquillo como una metáfora ampliada de su propio libro; Ronquillo (como el Malo de la Tabla) lleva su conteo, sus dibujos, su necro-colección de mujeres muertas; Ronquillo esparce, disemina y siembra a lo largo de la geografía textual de su libro a las Muertas. En su recuento de las Muertas, omite nombres, omite apellidos, se equivoca en las cifras, los datos, las fechas. No importa, sólo es válido ese placer similar al del dibujante de la desaparecida Tabla.

En cuanto a la investigación de que tanto se ufana, hay que decir que Ronquillo transcribe pocos, pero equivocados datos. Algunos ejemplos: “Durante el 95-96, un alto porcentaje de mujeres murieron por estrangulamiento. En 1997, el asesino utilizó arma blanca, luego pasó al “machacamiento” (página 16). VR no corrige a su informante, la odontóloga forense Irma Ramírez. En realidad, de 1993 a 1998, en su mayoría las mujeres asesinadas murieron estranguladas. Y sólo el 18% del total de mujeres asesinadas mostraron trazos de saña: acuchillamiento, golpeadas, ahogadas, calcinadas, mutiladas. Esta estadística pone en entredicho los esquemas de Ronquillo (por lo pronto, recomiendo a mis lectores consultar, cuando sea publicado, El silencio que la voz de todas quiebra).

En un segundo porcentaje, Ronquillo dice que de 1993 a 1997 murieron 19 mujeres estranguladas (quiso decir, “por estrangulamiento”), todas fueron violadas. Y concluye: “en la mayoría de estos casos las víctimas fueron mujeres” (página 21). ¿Y en su minoría, qué fueron?

En un tercer intento de hacer porcentajes, Ronquillo anota simplemente las conclusiones de la fiscalía del 22 de febrero de 1999: “187 mujeres asesinadas” de 1993 a la fecha. 78 crímenes no han sido resuelto. De estos 78 asesinatos, 23 son de índole sexual” (180). VR, tenaz opositor de las Cifras Oficiales, no explica nada más. Ronquillo sólo presenta cerca de 50 casos a lo largo de su libro, y no los 187, como prometió en la revistaProceso.

¿Quién es Víctor Ronquillo?

Es un mexicano del DF que nació en 1959. Es un reportero de Nota Roja, ha publicado: La muerte viste de Rosa (casi ganadora del Premio Walsh, 1995), La guerra oculta: Impunidad y violencia política. Editorial Planeta, 1996. Lesbia se va de casa y otras historias que también desaparecen (relatos). Coautor de El caso Molinet. Y ahora Las muertas de Ciudad Juárez. Editorial Planeta, 1999.

Es un narrador snuff que no puede con los diálogos profundos y se queda en la caricatura pop-sicoanalítica. Es un busca-fama a través del uso del suspenso simplista y pornosádico Es un empleado de la Editorial Planeta. Un reportero en su momento de mayor fama. Es sobre todo, un activo declarante de la prensa:

Ronquillo declaró a la revista Proceso (Internet 21 de agosto de 1999) las siguientes ocurrencias: “llevo cinco años investigando esos asesinatos”. “Como reportero sufrí mucho al hacer este libro. Cada caso sacudió mi vida y padecí el dolor de cada una de las familias golpeadas por la violencia, el horror y la saña que vive la frontera”. “En mi libro no quise poner un nombre más, un dato aislado, sino sumergirme en el drama y conocer el origen, la vida, el pasado, el presente y los sueños de cada una de las mujeres violadas y masacradas”. “Desconfiado de la información oficial, tuve como principal fuente de información a las organizaciones no gubernamentales defensoras de los derechos humanos”. “Hice una labor de reporteo, familia por familia”, “solo me faltó entrevistar a las muertas”. “Hay 187 muertes que refiero en el libro que tienen vinculación con el narco” [¡la Doble-Vida de las muertas!]. “Yo documenté 187 casos de crímenes” [en realidad fueron cerca de 60 casos que tomó del informe oficial titulado Homicidios en perjuicio de mujeres].

Víctor Ronquillo es el  Protagonista del libro de Víctor Ronquillo. Es el héroe que busca la simpatía inmediata: “elaborar este reportaje fue doloroso”, “sufrí la tragedia multiplicada no sé cuantas veces, 187 [si sigue la última estadística de la fiscalía, 22 de febrero de 1999], una por cada víctima”. “Sólo me salvó la risa de mis hijas” [y el estímulo monetaria de la Editorial].

Los asesinos

Para VR el criminal es, a veces, un ser mítico, un Malo que habita en la Cabaña de sus sueños. Ese Malo dibuja en la Tabla el recuento de sus muertas. El Malo en la Cabaña imaginada por VR, el lugar donde todavía “quedan vestigios del horror: ropa desgarrada, rastros de sangre seca, mechones de cabello”. El Malo esta allí “en el plano de los elegidos para consumar todo el placer. Cada detalle de los cuerpos que dibuja, de los rostros, de los labios, de los senos, de las manos, debe ser cuidado. Se trata de la representación de un sueño que lo atormenta desde hace mucho, son las líneas y los desorbitados colores delplacer” (83). ¿Quién mejor que él, Víctor Ronquillo, para entender esos placeres, los dibujos de la esencia del Mal?

En otras ocasiones, VR se pone más realista, más serio y profesional, y dice que en Ciudad Juárez “podrían haber actuado por lo menos cuatro distintos homicidas. Uno de ellos es quien victima a las muchachas morenas, de pelo largo, les cercena el seno derecho y a mordidas arranca el pezón izquierdo y estrangula para gozar con la última tensión del cuerpo usado. Otro es el asesino de púberes. Otro es el hombre, que estranguló a dos mujeres de cuerpos tatuados y dientes de platino, prostitutas con las que bebió en lugares apartados. Otro, es quien estranguló a las mujeres que han aparecido desnudas bajo las camas de cuartos de hotel de paso” 187-188). Está bien. Pero ¿dónde caben los otros asesinos que el mismo Ronquillo ha descrito a lo largo de su libro? ¿Dónde pondría a los policias mata-amantes, a los brutales Ruteritos, a los francotiradores de prostitutas?

Otras veces, Ronquillo decide resolver los crímenes con generalizaciones desmovilizadoras, los criminales son “exjudiciales metidos a narcos, los exnarcos metidos a judiciales. Los delincuentes que operan al amparo de la placa bajo la sombra protectora de un buen padrino ligado al poder” (183). “Son un grupo, conocen Ciudad Juárez, matan por pago o placer, gozan del dolor y la muerte, están vinculados al narco, gozan de impunidad por sus nexos con la policía involucrada en sus negocios” (140). En fin, no proponen nada.

Los acusados

Para VR, el Egipcio, el Diablo (y sus Rebeldes), el Tolteca (y sus Ruteros), son los oficialmente inculpados. Ellos son la posible encarnación del Mal, pero no sabemos a ciencia cierta si son los verdaderos asesinos. En todo caso, son personajes interesantes, misteriosos, o de plano, seductores.

Por ejemplo, Abdel Latif Sharif Sharif será para Ronquillo, el codiciado Dr. Lecter de The Silence of the Lambs. Desde las primeras líneas, Ronquillo no puede ocultar su fascinación; describe cómo viste, cómo fuma, qué adornos tiene en su celda. Lo ve cincuentón. Le parece fascinante. Hace un recuento de la vida delictiva del Egipcio: violador, golpeador, mujeriego, hombre de mundo. Se merece un capítulo. Sharif es un chivo expiatorio. Dice que está escribiendo un libro que se llama Fabricantes de culpables donde documenta los nuevos casos de mujeres asesinadas. Ah Víctor Ronquillo, piensas, se te ocurre, si ese libro fuera tuyo…) El Egipcio acusa a Alejandro Máynez, él es el verdadero asesino, dice Sharif, que lleva su propia estadística de las muertas. Y tú, Ronquillo anotas que el Egipcio fue sentenciado el 19 de febrero de 1999 a 30 años de prisión, eso estará en la página 53 de Las Muertas. Luego, anotas en la página 147, que Sharif fue sentenciado el 3 de marzo de 1999. Cosa de los nervios, las fechas se te escapan. Observas al Egipcio: “un hombre moreno, de anchas espaldas y sólido como un boxeador. De piel cobriza y bigote poblado” (148). Te absorbe, “tengo que describir la forma en que me miró cuando nos encontramos fuera de la oficina del director del penal. Una mirada que pareciese como una forma de reconocimiento […] Me propone una complicidad. Tú entiendes lo que soy, lo sabes. […] A lo largo de nuestro encuentro, lejos de cualquier llamado homosexual, el Egipcio busca constantemente un contacto físico, que nos aproxime, ese roce apenas perceptible de los cuerpos […] Como tú y como todos, soy de la estirpe que perdió el paraíso” (149). El Dr. Hannibal Lecter toca los dedos de la estremecida Clarice Starling. El Egipcio se ha ganado dos capítulos de Las Muertas. Después, Ronquillo, buscarás a tu amiga, la sicoanalista, ella te explicará todo: “Sharif tiene un registro preciso de los crímenes, lo hace como quien lleva una exacta contabilidad. […] Con carácter mesiánico, [escribe] lo que es prueba de su inocencia, [y que demuestra] la corrupción de otro” (158).

En cuanto al Diablo Armendáriz, Ronquillo lo muestra con una mirada “filosa y helada”. Es un hombre, dice Ronquillo, que “conoce bien el dolor, de los que han ido hasta el fin más de una vez, y están de vuelta”. Y concluye, es “el que disfruta al dejar a sus víctimas la marca del pezón cercenado a mordidas.” (60-61). El Diablo cuenta cómo fue torturado por la policía. Se dice inocente, culpa de su encarcelamiento al comandante Antonio Navarrete. Pobre Diablo,  acusado de 7 homicidios. El Diablo no conoce a Máynez. Sólo sabe que durante el interrogatorio golpearon a su madre, frente a él, y además, los testigos contra los Rebeldes, declararon bajo tortura física y sicológica.

En cambio, al Tolteca, Ronquillo lo ve como un criminal fellito, llorón, no-sofisticado y semianalfabeta. Un mugre asesino que nomás no entra en los esquemas de los anglo-profilers. Ronquillo conoce este tipo de personajes, son su materia prima para la nota-roja cotidiana: “rindió diez declaraciones falsas”, denunció a una serie de amigos (el Gaspy, el Kiani, el Narco, el Samber). El Tolteca, dice que el Narco, cobraba mil doscientos pesos al Egipcio por cada crimen. Zully Ponce acepta como válida la idea, los “naquitos” son acusados de 12 muertes. En su celda, el Egipcio se aburre, dice que esa película ya la vio. VR “confirma” que los Ruteros “no aparecen en el registro de visitas de Sharif” (174). Además, fueron torturados. Además, “al actual gobierno de Chihuahua le urge cerrar el caso” (176). Ronquillo no volverá a ver al Egipcio, al menos en este libro.

Animado por tanto Esquema, VR hace también su profiling: los asesinos de Ciudad Juárez son un grupo, conocen Ciudad Juárez, matan por pago o placer, gozan del dolor y la muerte, están vinculados al narco, gozan de impunidad por sus nexos con la policía involucrada en sus negocios [elemental mi querido Ronquillo]” (140).

Cuentacadáveres

Tal vez insipirado en la Tabla o el Diario de Richie, o en Fabricantes de culpables, Ronquillo se puso a tejer su escaparate de muertas, su decoración snuffLas muertas es un desfile de cadáveres expuestos a la lectura necrófila. Ronquillo no vino a escribir de la vida de esas mujeres; su interés radica en la descripción de los cuerpos mutilados. Por eso, las casi 60 descripciones macabras son expuestas a flor de página (12 líneas en promedio por cadáver, es más que suficiente). Sus obsesiones voyeristas de videos con cadáveres, sus roces con la esencia maligna de Sharif, su placer experimentado en la composición de la Tabla, y inclusión de las terribles confesiones del Gaspy, no dejan lugar a dudas, Las Muertas en un regodeo en las descripciones de esas mujeres. ¿Para qué insistir en los detalles macabros? ¿Para qué multiplicarnos? ¿Con qué fin? Hay que releer los momentos en que Ronquillo habla del Placer del Mal, para entender la razón de la existencia deLas Muertas.

Puede argumentarse que sus descripciones tiene sólo fines comerciales o porque le costó poco trabajo copiar, transcribir, maquillar, y medio narrar los informes policiacos y las notas periodísticas. Tal vez esto último sea lo que se aproxime a la realidad, y ello explique tanto error en sus transcripciones. Damos algunos ejemplos:

Ejemplo 1: Close up de alarma-logía para el cuerpo encontrado a “flor de tierra”. Es la mujer con la R grabada en el diente de platino. Y dice Ronquillo (sin referirse a sí mismo): “fueron animales de rapiña los que despojaron a ese cuerpo de la última dignidad” (13). Luego, VR pasa a describir en tono de nota roja la postura del cadáver y sus pocos restos. ¿Para qué lo hace? ¿Es una pista para ayudar a resolver un crimen? ¿Una sacudida a la conciencia ciudadana? ¿Morbidez bestselleriana? Páginas más adelante, Ronquillo nos informa que la asesinada es Raquel Lechuga Macías. Obrera maquiladora, 16 años. La chica de la famosa letra R en el diente de Platino. Ronquillo describe el vestuario de la joven para dejar la impresión de que ella vivía la Doble-Vida que la policía adjudica a priori a todas las víctimas.

Ejemplo 2. Jessica Martínez. Encontrada en el Yonke Richie 2, carretera Panamericana. Victor escribe una descripción de pésimo gusto mórbido: “Niña morena, robusta, con piernas largas y pequeños senos. Está desnuda y boca arriba. El cabello revuelto deja ver un par de aretes dorados de plástico, sus motivos egipcios hacen juego con la pulsera colocada en la muñeca de la mano derecha. Imposible no mirar que de la boca entreabierta de la niña asoma la punta amoratada de su lengua” (20).

Ejemplo 3. “Eréndira” [VR se refiere probablemente a Eréndira Ivonne Ponce Hernández]. Además de omitir los apellidos de esta joven, Ronquillo la describe viviendo una Doble Vida, cosa que los familiares de ella han negado siempre. Lo que le interesa a Ronquillo es que el cadáver presentaba “una mordedura en el seno izquierdo” (34).

Ejemplo 4. Dice Ronquillo que el 14 de abril una mujer es secuestrada en un Cadillac Blanco por Lomas de Poleo. La rescata un humilde policía. Ronquillo dice que la nota la tomó de Sergio Melgar (Diario, 15 de abril de 1996). Ronquillo no contrasta la información del 14 de abril de 1966 (mismo reportero, mismo diario), en el que se habla de que era un Cadillac Guinda, y que fue detenido por la Dirección General de Policía de Caminos. VR se pone simplemente a recrear en breve cuento hechos que pudieron no haber sido.

Ejemplo 5. Ronquillo, como buen victimólogo, se mete en la mente de la Víctima (que, por supuesto, lleva una Doble-Vida). La Pecadora piensa: “Frente al espejo confirmas que eres otro, lejos de la maquiladora”, “eres tú: la reina”. “Qué te importa que tu madre te diga que te pintas demasiado, que exageras”. Esta noche, como cada noche de sábado, es tuya” (85). Te pusiste “los jeans que mejor te quedan, los que te dan cuerpo, los ajustados”. En el baile “lo verás, te arreglaste para él, te perfumaste pensando en él, en sus abrazos […] Te gustaría irte con él, dejarlo todo”. “El Excalibur es tu salón favorito, lleno de cheros” (86). “Hay que dejarse ir, que te tomen, te lleven y te traigan; que te hagan suya y te den la vuelta. El baile” (86), A la “Pecadora” la secuestran, la torturan y, escapa. Dice el narrador Ronquillo que para hacer el minidrama le bastó con leer el reportaje de Martín Orquiz, (Diario, 17 de abril de 1996).

Ejemplo 6. Leticia Cruz Bañuelos. Prostituta. Asesinada el primero de noviembre de 1996. La matan de un tiro. Un desconocido dispara desde el interior de un coche. Ronquillo argumenta que “quizá el hombre que disparó no le importo quién fuera su víctima, sólo quería que fuera mujer y que estuviera en la calle” (93). Lo cierto es que nadie sabe nada, pero a Ronquillo le sirve para inventar que existe un Serial Killer que mata prostitutas en Ciudad Juárez (página 187). Hay que decir, sin embargo, que la policía es igual de torpe cuando asegura que el asesino “traía máscara de calavera”, pero que “se cuenta con un retrato hablado del presunto responsable” (94).

Ejemplo 7. Manejo torpe de fechas. VR se equivoca y dice que el 10 de septiembre de 1995, “aparece el cuerpo de otra mujer no identificada”. El mismo Ronquillo anota en la página 112 que ese cuerpo encontrado es el de Olga Alicia Carrillo. El cuerpo de la mujer no identificada se encontró cinco días antes, el 5 de septiembre de 1995. De todas formas, el investigador Ronquillo describe el cadáver igual al cuerpo cercenado de “Eréndira”.

Ejemplo 8. Brenda Lizeth Nájera, torturada por Edgar Omar Sánchez. Y Susana Flores, asesinada también por Edgar O. Sánchez (hasta la fecha prófugo). Por cierto, las prisas hacen que Ronquillo se equivoque (como la policía, a la que tanto critica), le atribuye primero a Susana Flores “cuatro infartos antes de morir”; estos mismos infartos se los da en la siguiente página a Brenda Lizeth  (“sufrió 4 infartos antes de morir”, página 111). Más adelante menciona que Susana flores “no presentaba huellas de tortura”, por lo tanto, no pudo haber tenido esos infartos. Es triste tener que señalar estos descuidos en contextos como estos.

Ejemplo 9. El caso de Carly Martínez. Que no tiene nada que ver con los crímenes de Ciudad Juárez, pero lo incluye pensando en un mercado potencial chicano. VR dice haber entrevistado al padre de Carly (página 120-121). Ronquillo esta vez no abrió su Internet, se hubiera dado cuenta de que el crimen lo cometieron dos jóvenes, cerca de Las Cruces, y que ya están en proceso de ser sentenciados.

Coincidencias sospechosas

El domingo 11 de julio de 1999, Adriana Candia denunció en el Diario, las maniobras de la editorial Planeta para detener la publicación del libro del “S Taller de de Narrativa”, y el posible plagio de Víctor Ronquillo de la obra El silencio que la voz de todas quiebra. He leído el manuscrito de este libro. Es un libro de gran calidad por su seriedad en la investigación, por el uso estructural del collage, porque ha sido escritor por mujeres profesionales del periodismo, y porque el enfoque es diametralmente opuesto al utilizado en los medios oficiosos. Es una crítica a las investigaciones oficiales, una humanización de los rostros de las víctimas, y una reflexión política, sociológica, y literaria. Es un texto muy completo: con estadísticas, mapas, 7 crónicas literarias de 7 de las  jóvenes víctimas: Elizabeth Castro García, Silvia Rivera Hernández, Olga Alicia Carrillo Pérez, Sagrario González Flores, Argelia Irene Salazar Crispín, Adriana Torres Márquez, y Eréndira Ivonne Ponce Hernández. También hay resultados de investigaciones acerca de los expedientes de la Policía Judicial del Estado, el papel de la Comisión Nacional de Derechos Humanos. Estadísticas de las fisonomías de las víctimas, los lugares en que “desaparecieron” y fueron encontradas y cómo fueron localizadas, y en qué estado. También hay varias crónicas que son más bien sátiras políticas de las investigaciones de la PJE, sus torpezas investigativas, sus criminólogos internacionales (chascos y fracasos), y las respuestas de organizaciones de autodefensa como son los grupos de madres de las desaparecidas. También hay algunos ensayos posmo relacionados con la misoginia mexicana, y otros textos acerca de los perfiles de los serial-killers, los desiertos de Lomas de Poleo y Tierra Nueva (Lote Bravo).

Adriana Candia escribió en el citado Diario, que la tercera semana de mayo Mirta Ripol de la editorial Planeta les prometió (por Correo Electónico) el contrato para ser firmado. Pasaron semanas y el viernes 3 de junio, le informó Ripol a Candia que la editorial había contratado a Víctor Ronquillo para que escribiera un libro con el tema de las muertas, libro que había sido aprobado para su publicación “a finales de mayo”. Sin embargo, en el libro de Las Muertas, Victor Ronquillo toma del diario Reforma un reportaje de Sergio González fechado el 18 de junio de 1999 (ver en Las muertas, página 156); es decir, que todavía para mediados de junio VR estaba escribiendo su libro, y tenía acceso a los archivos de Ripol-Planeta, como empleado de esa casa editorial. Las presiones del S Taller, pero sobre todo, el poco tiempo que le quedaba a Ronquillo para terminar su libro (tenía de plazo hasta principios de agosto), le dieron poco margen para utilizar adecuadamente el material de El silencio que la voz de todas quiebra. Sin embargo, las Concidencias Sospechosas quedan:

El silencio es un collage, que sigue el modelo general de La noche de TlatelolcoLas muertas es también un collage (aunque forzado y a las prisas). En las páginas 21 y 22, VR sitúa en el mezzanine de la Subprocuraduría de justicia al padre de la desaparecida Cynthia. El padre es acosado por preguntas impertinentes de los reporteros. Josefina Martínez, por su parte, tiene exactamente la misma situación de acoso reporteril, pero a la madre de Elizabeth Castro García (página 28 en el manuscrito). En Las Muertas, hay una descripción del ambiente de las Lomas de Poleo (página 27) que es muy parecido a la descripción que hace Lupita de la Mora de ese mismo lugar, en el manuscrito de El Silencio (páginas 76, 106). En la página 100 de Las Muertas, hay una descripción de las Lomas de Poleo como un basural. En Las Muertas, Patricia Cabrera construye el mismo ambiente y usa los mismos adjetivos para referirse al Lote Bravo. VR usa estadísticas y porcentajes en diferentes partes de su libro, las usa mal y poco, y pueden ser comparadas con la sección de casi once páginas titulada “nuestra estadística» (páginas 10 a la 20 del manuscrito). En Las Muertas, VR habla de los profilers norteamericanos Ressler, Holmes y De Burger (páginas 178, 137 a 139). En el mismo orden y casi con las mismas frases, Adriana Candia e Isabel Velázquez presentan, una bibliografía de los expertos en criminología (“Qué es un asesino en serie según la bibliografía especializada” página 92).  E Isabel, por su parte, describe las mesas de prensa de Ressler (19 de junio de 1998) y los otros investigadores. Isabel estuvo presente en esa mesa de prensa, VR debió tomar la información de otra parte. Las autoras de El Silencio, escribieron sólidas investigaciones acerca de los Expertos en Ciudad Juárez (páginas 75-79): Ressler y Parra Molina. También acerca de los Serial Killers (páginas 92-98). En cada caso, dieron el nombre y las páginas de los libros leídos, y dieron crédito a las fuentes y a los entrevistados.

¿Entonces fue plagio? La respuesta no es fácil. VR es muy descuidado en su investigación y en su propio estilo narrativo, los “préstamos” (digámosle así) están plagados de errores. Lo cierto es que Ronquillo ha mentido a la prensa nacional: no ha estado en Ciudad Juárez por espacio de cinco años, no ha entrevistado a 187 familiares de las desaparecidas, no le dio dado crédito a muchos de los reportajes tomados de Diario-Internet. Y sí se basó casi exclusivamente en el informe oficial Homicidios en perjuicio de mujeres que han causado indignación en los diferentes niveles sociales de la comunidad 1993-1998.

“Sólo me faltó entrevistar a las muertas”

Las Muertas tiene mucho en común con los reportes policiacos; se confunden fechas, nombres, apellidos, y se dejan las historias incompletas. En ambas hay falta de profesionalismo, profundidad, decoro, humanismo, y atención a las víctimas. ¿Cuál es la diferencia entre Las Muertas y los reportes policiacos? El precio.

Por simple justicia a la memoria de las víctimas, debemos preguntarle a Ronquillo algunas cosas: ¿Cuánto dinero recibirá por este reportaje policiaco ampliado? ¿En dónde vivió durante su estancia de 5 años en Ciudad Juárez? ¿Por qué los juarenses nunca lo vimos? ¿De dónde tomó el censo de las pandillas y los picaderos? ¿Por qué no documentó bien las genealogías de los cárteles de Juárez? ¿Cómo le hizo para entrevistar a 187 familias usted sólo y con tantas pesadillas?

(Texto publicado el 12 de septiembre de 1999 en Diario de Juárez).



Las muertas de Juárez

Crónica de los crímenes más despiadados e impunes en México
Víctor Ronquillo
México, Editorial Planeta, 1a. ed., 1999, 189 p.
ISBN: 968-406-944-8

Segunda edición julio de 2004
Sello: Booket. Colección: Booket Planeta
264 páginas
ISBN: 968-37-0148-5


Aquí puedes leer la respuesta de José Manuel García-García a editorial Planeta y a Ronquillo:

Las Muertas de Ronquillo, aclaraciones del crítico, o “De cómo llegó mi crítica literaria al DF y otras historias dignas de ser contadas”.

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